El 2 de julio de 1908, Hans Wilsdorf presentó y registró oficialmente la marca “Rolex” en Suiza. Un golpe maestro que iba
a condicionar todo el éxito futuro de la empresa. “Que el resultado de tu trabajo sea bello”, dice este visionario.
Pocos son aquellos de quienes se pueden decir que han sido personas de su época y, a la vez, adelantadas a su época. Sin embargo, eso es específicamente lo que fue Hans Wilsdorf, fundador de Rolex y visionario por excelencia. Esa alquimia singular y atemporal es el sello distintivo del hombre y de la marca que él creó. Este innovador, atípico y prolífico,
ya desaparecido, dejó un inestimable legado a la relojería en general y Rolex en particular. Resulta imposible imaginar hoy en día un mundo en el que un objeto tan
familiar como el reloj de pulsera no tuviese cabida. Sin embargo, ese era el caso en 1905. Pero los tiempos estaban cambiando, igual que los estilos de vida y los códigos de vestuario. Con apenas 24 años de edad y convencido de «que el reloj de pulsera ofrecía grandes posibilidades, en un país deportivo como Inglaterra y sus colonias», Hans Wilsdorf estaba decidido a crear un reloj de pulsera tan robusto y fiable como el sempiterno reloj de bolsillo que se utilizaba por aquel entonces. La tarea no era sencilla: se requiere, para comenzar, llevar a cabo la precisión cronométrica a un nivel sin igual y en una caja de proporciones reducidas que se pudiese portar en la muñeca. No obstante, nos recuerda, «en aquel momento, no solo aún no había sido adoptado esta moda, sino que incluso era motivo de burla, […] los relojeros de todos los países se mostraban escépticos y presagiaban un fiasco total del reloj de pulsera ».