Dicen que el universo se enamora de las almas que insisten, y vaya que Vero Pérez se ha mantenido fiel a sus pasiones y a su ser. No por nada dice sin titubear: “Creo que nací cantando”. A los seis años comenzó participando en coros y academias, luego decidió estudiar Comunicación Social y enrumbar su destino por los acordes de la música electrónica, el jazz, la bossa nova y, por supuesto, el rock. Pasó por diferentes bandas, como Vero Pérez y Lucas Wende con la que abrió los conciertos de los afamados David Guetta y Armin Van Bureen. Su historia cambió con Efecto Mandarina, con la que grabó cinco discos y realizó giras nacionales e internacionales. Después vendrían Jorge Villanueva, Llegas, Wara, Festijazz.
“Finalmente estoy empezando una carrera de solista con mi disco Cadáver Exquisito”, dice orgullosa, al recordar los giros que ha dado su vida como artista. “Siempre me he pensado como alguien cambiante. ‘Veronicamaleónica’, se podría decir. Creo que un ser humano no es estático y el momento en el que se lo define ya le restamos alma.”
“Mi estilo ha ido variando con los años y conforme he ido conociendo cosas; la experiencia marca el estilo”, añade y luego reflexiona: “¿Y cómo marco yo la diferencia? Siendo una y todas a la vez. Mi manera de transmitir es honesta y eso me diferencia”. Sin duda alguna es una de las voces más importantes de esta nueva generación, al punto de ser considerada la mejor artista contemporánea del país. Claro que ella lo toma con modestia, con tranquilidad, porque para Vero Pérez, su objetivo va mucho más allá.
Para ella la clave de su universo está en generar empatía, en unir personas, en tocar corazones. “Eso me hace ser una artista que marca. Cuando recibo mensajes que me dicen que he ayudado a alguien a sentirse mejor o a traducir sus sentimientos a través de alguna canción mía siento que estoy haciendo mi trabajo. Me enorgullece que la gente lo note y que en Bolivia se aprecie más el arte”, dice.
¿Qué inspira a una artista como Vero Perez?
“Me inspira el amor, el desamor y todas sus aristas. Creo que el amor es el motor del mundo”, responde de una. Son sentimientos que no solo los traduce la música, sino también en la poesía. La cantautora se estrenó como poeta publicando Permanent Damage, un libro que registra, desde la palabra y la imagen, su paso por Nueva York en 2018 y 2019.
“La poesía siempre estuvo inmersa en mi vida. Desde muy joven amaba escribir y me compraba libros porque eran los más accesibles a mis 15 años. Permanent Damage es un poemario transgresor en mi vida. Me dio un vuelco a la escritura que va más allá de la música. Además de que no tiene estructura clásica. Es casi como un diario sobre los años que viví en Nueva York, mis impresiones y la rapidez con la que se vive en la ciudad que nunca duerme”, resume.
¿Y qué más le pide Vero Perez a la vida? “Me veo haciendo música en diferentes países nuevamente. Me llena poder compartir con otras latitudes y generar empatía en otros espacios. Así me veo, haciendo lo mismo pero mejor.”
